Así empieza el himno de la Feria de Quito Jesus del Gran Poder. Ese evento tan esperado durante todo el año. Sin embargo, la gente se pregunta: ¿Qué es ir a los toros? ¿Por qué les gusta los toros?. La respuesta es simple: porque con el sentimiento de amor a la tauromaquia se nace, no se hace. “A las 12, se tocan clarines, con el pasillo comienza la fiesta, como una leyenda, dibujan la arena viejos recuerdos de Dominguín y Cadena…”
Mucho antes de la Feria de Quito “Jesús del Gran Poder”, que abrió sus puertas al público en la década de los 50, ya se practicaba este arte en la tradicional Belmonte, la plaza de toros situada en el centro histórico y en la cual se presenciaba este arte español mucho tiempo atrás. Hay que mencionar que antes de la Belmonte hubo inclusive la plaza Arenas y antes de esta, se practicaba este arte en las plazas públicas de la capital; todo esto desde la época colonial hasta el inicio de la República. Cuando se construye la Monumental de Iñaquito en la Av. Amazonas y Río Coca, empezó la feria que conocíamos y desde ese momento, grandes figuras del toreo internacional han llegado a la capital ecuatoriana a deleitar a los espectadores con magníficas faenas, convirtiéndola así en la “Mejor Feria de América”.
Aunque en muchos otros países de América, como México o Perú, hay también un gran prestigio en las corridas de toros, vale aclarar que la diferencia es que en otros lugares se realiza una temporada taurina, no una feria como la que solía existir en Quito, con 9 días seguidos de fiesta brava. En comparación, la temporada taurina es por un determinado periodo de tiempo y no hay corridas todos los días. No por esto se desprestigia a las temporadas taurinas, pero resaltamos que Quito tenía su originalidad en la fiesta taurina.
Para muchos aficionados la feria no comienza con la primera corrida, con el primer paseíllo, con el primer toro en el ruedo o con la primera oreja cortada, sino mucho antes; se da inicio con los carteles. Al salir estos carteles, es la señal para que la gente compre sus abonos y entradas sueltas; las más cotizadas son aquellas de los grandes toreros de la tauromaquia. Esto sucede ya que Quito se caracteriza por traer siempre a los mejores toreros y con esto se palpa la emoción invadida en el alma de todos los taurinos. Los invade ese sentimiento de bravura, alegría, pasión, fiesta y un sentimiento de pertenencia, por todo lo que representa la Feria de Quito, la cultura y tradicion detras de la misma. Posteriormente, ese sentimiento se hacía aún más evidente con los propagandas en la televisión anunciando la anunciaban que la fiesta está aún más cerca del inicio; y este inicio resalta 9 días de fiesta brava para marcar la Fundación de Quito. Ya que, la Feria Jesús del Gran Poder representa eso: la tradición y la cultura Quiteña desde hace más de 50 años.
Así, el gran día llegaba. El inicio de la feria en la tradicional Plaza de Toros Quito. Las corridas daban inicio a las 12 del mediodía, sin embargo, la actividad comenzaba muchas horas, incluso días antes con los preparativos para la misma. La actividad comercial de la ciudad aumentaba. Los restaurantes, bares y tiendas planificaban con antelación las promociones o eventos para dicho evento. La Av. Amazonas y los exteriores de la plaza se abarrotaban con los tradicionales sombreros de paja toquilla y la típica bota para el vino. Además, las grandes marcas empezaban la instalación de tarimas y escenarios, en los exteriores de la plaza, para el show en el intermedio de la corrida y sobretodo para el final de la misma. Los vendedores ambulantes también generan su negocio en los alrededores ofreciendo sus tradicionales productos, como por ejemplo “las de morocho”. La emoción en la capital se incrementa para todos, grandes y chicos al disfrutar de estas fiestas con orgullo y pasión.
Debido a la demanda que existía, Los precios de las entradas incrementaron en un gran porcentaje los últimos 5 años que se realizó la Feria. Al parecer con el pasar del tiempo, cada vez que se la realizaba habia más gente interesada en la tauromaquia. Se puede decir que la popularidad de este arte hicieron que la gente esté cada vez más pendiente de lo que sucede dentro y alrededor de este espectaculo artistico.
Vale recordar que la feria era el motor de las Fiestas de Quito por todo lo que representaba, sobretodo a nivel económico. Ésto, por la gran demanda que había. El mercado diario era de alrededor de 14000 personas tomando en cuenta el aforo de la Plaza de Iñaquito. El comercio era rentable no solo antes del mediodía sino después de las corridas, pues muchos aficionados permanecían en las carpas de las marcas auspiciantes para tomar un refresco y buscar algo de comer. Los grandes hoteles de la ciudad tampoco quería desaprovechar esta explosión por la Fiesta Brava y ofrecían shows con bailes y comida a partir de las 3pm después de concluido el cartel de ese dia.
Si bien la economía ecuatoriana depende en gran manera de las exportaciones, existe un gran sector que vive de otro tipo de comercio. Dentro de estos, se encuentran los vendedores ambulantes que logran ganancias por temporadas. Además de estos negocios, hay que destacar el gran movimiento turístico que se vivía durante la Feria de Quito, sobretodo por los aficionados internacionales que asistían al país a ver las corridas. A la vez, la fiesta brava genera empleo directo para toreros, subalternos, picadores, banderilleros, trabajadores de la plaza, entre otros, que siendo esa su profesión, dependen de los toros para vivir.
Un buen taurino sabe que a la plaza había que llegar 11 y media para evitar cualquier imprevisto y no perderse el inicio de la corrida ni el primer toro del cartel. Al entrar en la majestuosa Plaza, escenario de la Feria desde 1960, uno se daba cuenta que el ambiente era distinto. Cada aficionado buscaba su asiento mientras se trasladaba por los graderíos. En una rápida recorrida con la mirada observaba a los ‘Trompudos’, y a su izquierda ‘los de la puerta 9’. El cielo esplendoroso, con un azul imponente en lo alto. Los acomodadores ayudan a que la gente rápido tome asiento y entonces suenan los clarines. El reloj marca las 12 en punto. En nuestra ciudad la hora sin sombra y se pide el permiso respectivo al presidente de la plaza para dar inicio al evento tan esperado por los taurinos. Con el pasar de los alguacilillos, salen haciendo el paseíllo los actores que ese día se juegan su vida. Toreros, subalternos, banderilleros, picadores, entre otros. Rápidamente uno regresa a ver el ruedo, pues el cartel anunciando el primer toro de la tarde recorre la plaza una única vez. El himno de Quito suena con el inconfundible ‘Que Viva Quito’ al final y entonces las miradas se centran en los dos actores principales, toro y torero.
El toro. El centro de la discrepancia entre taurinos y antitaurinos; los argumentos van y vienen, sin embargo la verdad es que, sin la fiesta brava el toro de lidia desaparecería.
Por otro lado, el torero. Por su trabajo y pasión se juega la vida en cada faena. Es todo un ritual para ellos las horas previas a la corrida. Saben que en cada movimiento está la presión de la plaza por lograr tardes inolvidables, y al otro lado, tan cerca también, saludan a la muerte.
Los que disfrutamos de este arte en su momento, la extrañamos ahora. Después de la prohibición de la muerte del toro en público por la consulta popular del 2011. Una consulta que más que prohibir los toros o los casinos, fue un golpe a la libertad de elección de las personas. Esto causó que la Monumental de Toros de Iñaquito cierre sus puertas. Los atropellos a la libertad de elección empezaron mucho antes, cuando se prohibió el ingreso a menores de 12 años a la plaza. Antes, desde pequeños, se presenciaba este arte tan tradicional en la ciudad de Quito. A raíz de la creación del grupo “Diabluma” con Felipe Ogaz a la cabeza, los aficionados empezaron a sufrir constantes atentados cuando a la salida de la plaza, el grupo de ambientalistas se situaban a insultar y agredir a los taurinos. Con esto, no se dice que no tengan derecho a protestar, sin embargo, se lo tiene que hacer de manera pacífica sin agresiones al resto, ademas respetando la libertad de los taurinos de asistir a la fiesta brava.
Sin embargo, muchos no se dan cuenta de los diferentes problemas que trae consigo la prohibición de dicha tradición, sobretodo no se dan cuenta de la violación a la libertad de elección que esto constituye. Sea cual sea la posición frente este evento, la gente debe tener la libertad de elegir si ir a un evento de esta naturaleza o nó. El Ecuador debe recordar la importancia del derecho a la libertad con la que cada persona nace. Además, la fiesta brava se constituía como el motor de las fiestas de fundación de la capital y de otros lugares en el país que viven de esta pasión. A la vez, es importante mencionar el alto contenido de cultura y arte que tiene la tauromaquia, llegando a ser la inspiración en diferentes áreas de las artes, como la pintura, música o literatura. Incluso, grandes personalidades del mundo artístico han resaltado este valor agregado que tiene esta fiesta. Por todas las cualidades que tiene la tauromaquia, es importante defenderla.
Así, luego de 6 toros, el público no quiere irse de la plaza. Quiere más espectáculo. Sobre todo cuando las faenas han sido faenones y los toreros se han entregado a la afición en la arena. Al final quedan recuerdos, esos intangibles, que no tienen precio pero tienen mucho valor. Todos, salen de la plaza, no se cansan de comentar de los muletazos espectaculares, los buenos toros y el valor del torero.
Aclaración:
En la Opinión Central existen miembros con diferentes posiciones sobre la tauromaquia. Sin embargo, una característica en común es el respeto a las libertad de elección de cada uno. Este comentario, si bien no representa la idea de todos los miembros, fue publicado al considerar a la libertad de expresión como un derecho fundamental en la sociedad.
Aunque en muchos otros países de América, como México o Perú, hay también un gran prestigio en las corridas de toros, vale aclarar que la diferencia es que en otros lugares se realiza una temporada taurina, no una feria como la que solía existir en Quito, con 9 días seguidos de fiesta brava. En comparación, la temporada taurina es por un determinado periodo de tiempo y no hay corridas todos los días. No por esto se desprestigia a las temporadas taurinas, pero resaltamos que Quito tenía su originalidad en la fiesta taurina.
Para muchos aficionados la feria no comienza con la primera corrida, con el primer paseíllo, con el primer toro en el ruedo o con la primera oreja cortada, sino mucho antes; se da inicio con los carteles. Al salir estos carteles, es la señal para que la gente compre sus abonos y entradas sueltas; las más cotizadas son aquellas de los grandes toreros de la tauromaquia. Esto sucede ya que Quito se caracteriza por traer siempre a los mejores toreros y con esto se palpa la emoción invadida en el alma de todos los taurinos. Los invade ese sentimiento de bravura, alegría, pasión, fiesta y un sentimiento de pertenencia, por todo lo que representa la Feria de Quito, la cultura y tradicion detras de la misma. Posteriormente, ese sentimiento se hacía aún más evidente con los propagandas en la televisión anunciando la anunciaban que la fiesta está aún más cerca del inicio; y este inicio resalta 9 días de fiesta brava para marcar la Fundación de Quito. Ya que, la Feria Jesús del Gran Poder representa eso: la tradición y la cultura Quiteña desde hace más de 50 años.
Así, el gran día llegaba. El inicio de la feria en la tradicional Plaza de Toros Quito. Las corridas daban inicio a las 12 del mediodía, sin embargo, la actividad comenzaba muchas horas, incluso días antes con los preparativos para la misma. La actividad comercial de la ciudad aumentaba. Los restaurantes, bares y tiendas planificaban con antelación las promociones o eventos para dicho evento. La Av. Amazonas y los exteriores de la plaza se abarrotaban con los tradicionales sombreros de paja toquilla y la típica bota para el vino. Además, las grandes marcas empezaban la instalación de tarimas y escenarios, en los exteriores de la plaza, para el show en el intermedio de la corrida y sobretodo para el final de la misma. Los vendedores ambulantes también generan su negocio en los alrededores ofreciendo sus tradicionales productos, como por ejemplo “las de morocho”. La emoción en la capital se incrementa para todos, grandes y chicos al disfrutar de estas fiestas con orgullo y pasión.
Debido a la demanda que existía, Los precios de las entradas incrementaron en un gran porcentaje los últimos 5 años que se realizó la Feria. Al parecer con el pasar del tiempo, cada vez que se la realizaba habia más gente interesada en la tauromaquia. Se puede decir que la popularidad de este arte hicieron que la gente esté cada vez más pendiente de lo que sucede dentro y alrededor de este espectaculo artistico.
Vale recordar que la feria era el motor de las Fiestas de Quito por todo lo que representaba, sobretodo a nivel económico. Ésto, por la gran demanda que había. El mercado diario era de alrededor de 14000 personas tomando en cuenta el aforo de la Plaza de Iñaquito. El comercio era rentable no solo antes del mediodía sino después de las corridas, pues muchos aficionados permanecían en las carpas de las marcas auspiciantes para tomar un refresco y buscar algo de comer. Los grandes hoteles de la ciudad tampoco quería desaprovechar esta explosión por la Fiesta Brava y ofrecían shows con bailes y comida a partir de las 3pm después de concluido el cartel de ese dia.
Si bien la economía ecuatoriana depende en gran manera de las exportaciones, existe un gran sector que vive de otro tipo de comercio. Dentro de estos, se encuentran los vendedores ambulantes que logran ganancias por temporadas. Además de estos negocios, hay que destacar el gran movimiento turístico que se vivía durante la Feria de Quito, sobretodo por los aficionados internacionales que asistían al país a ver las corridas. A la vez, la fiesta brava genera empleo directo para toreros, subalternos, picadores, banderilleros, trabajadores de la plaza, entre otros, que siendo esa su profesión, dependen de los toros para vivir.
Un buen taurino sabe que a la plaza había que llegar 11 y media para evitar cualquier imprevisto y no perderse el inicio de la corrida ni el primer toro del cartel. Al entrar en la majestuosa Plaza, escenario de la Feria desde 1960, uno se daba cuenta que el ambiente era distinto. Cada aficionado buscaba su asiento mientras se trasladaba por los graderíos. En una rápida recorrida con la mirada observaba a los ‘Trompudos’, y a su izquierda ‘los de la puerta 9’. El cielo esplendoroso, con un azul imponente en lo alto. Los acomodadores ayudan a que la gente rápido tome asiento y entonces suenan los clarines. El reloj marca las 12 en punto. En nuestra ciudad la hora sin sombra y se pide el permiso respectivo al presidente de la plaza para dar inicio al evento tan esperado por los taurinos. Con el pasar de los alguacilillos, salen haciendo el paseíllo los actores que ese día se juegan su vida. Toreros, subalternos, banderilleros, picadores, entre otros. Rápidamente uno regresa a ver el ruedo, pues el cartel anunciando el primer toro de la tarde recorre la plaza una única vez. El himno de Quito suena con el inconfundible ‘Que Viva Quito’ al final y entonces las miradas se centran en los dos actores principales, toro y torero.
El toro. El centro de la discrepancia entre taurinos y antitaurinos; los argumentos van y vienen, sin embargo la verdad es que, sin la fiesta brava el toro de lidia desaparecería.
Por otro lado, el torero. Por su trabajo y pasión se juega la vida en cada faena. Es todo un ritual para ellos las horas previas a la corrida. Saben que en cada movimiento está la presión de la plaza por lograr tardes inolvidables, y al otro lado, tan cerca también, saludan a la muerte.
Los que disfrutamos de este arte en su momento, la extrañamos ahora. Después de la prohibición de la muerte del toro en público por la consulta popular del 2011. Una consulta que más que prohibir los toros o los casinos, fue un golpe a la libertad de elección de las personas. Esto causó que la Monumental de Toros de Iñaquito cierre sus puertas. Los atropellos a la libertad de elección empezaron mucho antes, cuando se prohibió el ingreso a menores de 12 años a la plaza. Antes, desde pequeños, se presenciaba este arte tan tradicional en la ciudad de Quito. A raíz de la creación del grupo “Diabluma” con Felipe Ogaz a la cabeza, los aficionados empezaron a sufrir constantes atentados cuando a la salida de la plaza, el grupo de ambientalistas se situaban a insultar y agredir a los taurinos. Con esto, no se dice que no tengan derecho a protestar, sin embargo, se lo tiene que hacer de manera pacífica sin agresiones al resto, ademas respetando la libertad de los taurinos de asistir a la fiesta brava.
Sin embargo, muchos no se dan cuenta de los diferentes problemas que trae consigo la prohibición de dicha tradición, sobretodo no se dan cuenta de la violación a la libertad de elección que esto constituye. Sea cual sea la posición frente este evento, la gente debe tener la libertad de elegir si ir a un evento de esta naturaleza o nó. El Ecuador debe recordar la importancia del derecho a la libertad con la que cada persona nace. Además, la fiesta brava se constituía como el motor de las fiestas de fundación de la capital y de otros lugares en el país que viven de esta pasión. A la vez, es importante mencionar el alto contenido de cultura y arte que tiene la tauromaquia, llegando a ser la inspiración en diferentes áreas de las artes, como la pintura, música o literatura. Incluso, grandes personalidades del mundo artístico han resaltado este valor agregado que tiene esta fiesta. Por todas las cualidades que tiene la tauromaquia, es importante defenderla.
Así, luego de 6 toros, el público no quiere irse de la plaza. Quiere más espectáculo. Sobre todo cuando las faenas han sido faenones y los toreros se han entregado a la afición en la arena. Al final quedan recuerdos, esos intangibles, que no tienen precio pero tienen mucho valor. Todos, salen de la plaza, no se cansan de comentar de los muletazos espectaculares, los buenos toros y el valor del torero.
Aclaración:
En la Opinión Central existen miembros con diferentes posiciones sobre la tauromaquia. Sin embargo, una característica en común es el respeto a las libertad de elección de cada uno. Este comentario, si bien no representa la idea de todos los miembros, fue publicado al considerar a la libertad de expresión como un derecho fundamental en la sociedad.