"Nunca atribuyas a la maldad lo que puede ser explicado con la estupidez" - Principio de Hanlon
Los historiadores económicos recordarán el día de hoy, Miércoles 11 de Marzo del 2015, no por la brillantez con la que operó el gobierno sino por la ridícula decisión de un presidente que se ve en la necesidad de aplicar nuevos aranceles para poder mantener su exagerado gasto corriente. Desde que asumió la presidencia en el 2008, el Presidente Rafael Correa ha incrementado de manera significativa el gasto estatal innecesario y que solo es un despilfarro, como el aumento de la burocracia, los bonos de diferente tipo y la publicidad. Operando así, sin conciencia de la necesidad del ahorro en tiempos de bonanza económica. Sin embargo, como dice una lógica económica simple, ‘o se ahorra o se invierte’, el presidente, como en otras ocasiones, no hizo méritos a su título de economista al mencionar que no puede existir ahorro sin inversión.
La decisión correcta en este caso hubiera sido la de invertir en proyectos que generen ingresos estatales a largo plazo como por ejemplo hidroeléctricas y refinerías. Esto estaba propuesto en un inicio, sin embargo con el pasar del tiempo la idea cambió radicalmente y se enfocó en su mayoría a financiar el gasto corriente, destinado a pagar sueldos a funcionarios públicos, publicidad, infraestructura, entre otros; aumentando significativa y constantemente durante este periodo presidencial. Por definición, una inversión devuelve el dinero a mediano o largo plazo, por lo que el gasto que realizó Correa no fue una inversión, el dinero ‘invertido’, en este caso, no regresará de ninguna manera.
El tiempo de bonanza terminó cuando el precio por barril de petróleo cayó casi a la mitad de su precio anterior; y, con esto, las posibilidades de ahorro se agotaron. Por esto el gobierno se ha visto obligado a buscar alternativas de financiamiento y así poder sostener este gasto, tales como: préstamos de China, reducción en sueldos de funcionarios estatales de alto rango y, la más importante, el incremento de manera abrupta y exagerada de los impuestos que tienen que pagar los ciudadanos Ecuatorianos.
Regresando a la ridícula decisión del primer mandatario, el día de hoy entra en vigencia un nuevo paquetazo de aranceles destinado, entre lo más absurdo, a bienes básicos como alimentos, artículos de higiene personal, maquinaria para fábricas de producción, entre otros. El problema fundamental es que los aranceles se encuentran entre el 5-45% de los valores de los bienes, incrementando su precio al consumidor sustancialmente. Inicialmente, la idea de colocar aranceles para fomentar la producción nacional es buena, sin embargo Correa cometió un error elemental: aplicar esta medida sin antes motivar al sector empresarial para mejorar sus niveles y calidad de producción.
A pesar del hecho que desde el 2008 el Ecuador ha dejado de ser un lugar interesante para la inversión extranjera, la producción nacional no ha mejorado. Esto, por la inestabilidad legislativa laboral del país, un canciller que constantemente perjudica al Ecuador con sus declaraciones y las millones de imposiciones del gobierno central. Adicionalmente, las empresas que están en el Ecuador fueron bombardeadas con impuestos y regulaciones. Estos problemas han causado un daño, sobre todo, al sector microempresarial, los cuales no tienen el capital suficiente para subsistir con tantos impuestos y regulaciones.
Debido al hecho que exportando se recibe mayores réditos económicos en mercados más amplios y con mejores regulaciones, los productores nacionales exportan gran parte de su producción por lo que no tienen la capacidad de abastecer el mercado local. Por esta razón en el futuro, el país se va a enfrentar a tres problemas importantes. El primero, tiene que ver con la escasez de productos que surgirá al momento que los bienes, antes importados, dejen de entrar al país por su alto costo. El segundo problema y más importante, es que los ciudadanos están pagando por los platos rotos y malas decisiones del gobierno, y, lo que es peor, se viene un alto nivel de inflación en este periodo. Finalmente, el tercer problema tiene que ver con el nacimiento de monopolios naturales, los cuales pueden manipular el mercado a lo que ellos deseen y bajar la calidad de los productos frente a una falta de competencia. Sobre todo, estos problemas dejan abierta la página sobre que podría pasar en el mercado ecuatoriano, puesto a que si existe una escasez muy marcada de bienes, el gobierno podría intervenir a producirlo ellos.
Los empresarios se verán beneficiados de estas regulaciones al momento en el que la escasez de bienes sea alto, debido a que podrán vender sus productos en el mercado nacional a precios exorbitantes, teniendo la oportunidad de aprovechar un mercado limitado en opciones con pocos sustitutos para ciertos productos. Además, los precios de los productos finales y los servicios incrementarán por el nuevo precio de la materia prima, donde su precio subirá por lo que los costos de producción, a su vez tambien lo haran, recayendo en el consumidor el incremento respectivo. Es importante hacer énfasis en el hecho que no todos los productos a los que les imponen nuevos aranceles son artículos de lujo; hay algunos que son bienes básicos y no sólo los ‘ricos’ sino también ‘los pobres’ compran. Ciertamente, un escenario similar a como empezó el problema de escasez de productos básicos que vive Venezuela actualmente. De esto, nace la pregunta más simple de todas: ¿Por qué?
La lógica del gobierno que sugiere que con las medidas arancelarias, la producción nacional abastece la demanda local en lugar de ser exportada, es totalmente errónea. Esto por dos consideraciones importantes. La primera de ellas ya que a los bienes a los que se les colocaron aranceles se producen y podrían producirse en el país; es decir, si no se producen ya, se podría hacerlo. Segundo, la mayoría de producción nacional se exporta a países como Estados Unidos y Europa, donde los ingresos son mejores. Tomando en cuenta estas dos ideas, la lógica no tiene sentido. No se sustituirá la exportación por la venta local, reduciendo de esta manera las opciones para el consumidor dentro del país y limita las ganancias de los productores.
Si esta medida “proteccionista” tiene la intención de evitar la fuga de la moneda al extranjero al encarecer importaciones y se planea abastecer el mercado local con producción nacional, nace la pregunta: ¿No debería fomentarse primero la producción nacional ANTES de bloquear importaciones? A esto es lo que nos referimos con lo que escribirán los historiadores, puesto a que la lógica del presidente no es la correcta. En total los 4 años de bonanza económica trajeron mayor cantidad de escuelas, infraestructura en el país, carreteras, etc., sin embargo, con los ingresos récord que recibió el gobierno central por el precio del petróleo y la cantidad de contribuyentes al IESS, no es posible sostener el nivel de gasto corriente. Un grave error cometido fue el no apoyar la producción nacional a través de subsidios, facilidades, menores restricciones ya que por este hecho, los productos serán más escasos y su precio será mayor.
Sin embargo, el real problema recae en quien limpia los platos rotos de los errores económicos del presidente Rafael Correa, que bien pueden evitarse con una clase de Economia 101. En este caso, como en muchos otros anteriormente, somos nosotros, los ciudadanos, quienes pagamos los errores de este gobierno y, simultáneamente, financiaremos sus sueldos, carreteras, casas, ministerios, y gastos que NO devolverán ganancias, sino más gasto. El problema de no cortar los problemas de raíz, como en este caso que el gobierno central se hace mas fuerte cada día y asegura más votos con su gasto corriente excesivo, desencadenando nuevos conflictos que serán pagados por los ciudadanos, como en este caso la escasez de alimentos.
Adicionalmente hay que considerar que es el gobierno que más ingresos ha tenido en la historia del país, y es el que menos le ha alcanzado ese dinero debido al excesivo gasto público en el que ha incurrido. Sin embargo, si el gobierno reduce el gasto público, los aranceles caen, como costos, reduciendo el número de votos a favor en las futuras elecciones, por lo que los nuevos impuestos buscan salvaguardar la revolución ciudadana a toda costa.
El presidente ha tratado de culpar a muchos factores de la situación actual del país: la dolarización, los mismos de siempre, la derecha conservadora latinoamericana, la baja del petróleo, la CIA, etc. Nosotros somos más prácticos: seguimos el principio de Hanlon.
La decisión correcta en este caso hubiera sido la de invertir en proyectos que generen ingresos estatales a largo plazo como por ejemplo hidroeléctricas y refinerías. Esto estaba propuesto en un inicio, sin embargo con el pasar del tiempo la idea cambió radicalmente y se enfocó en su mayoría a financiar el gasto corriente, destinado a pagar sueldos a funcionarios públicos, publicidad, infraestructura, entre otros; aumentando significativa y constantemente durante este periodo presidencial. Por definición, una inversión devuelve el dinero a mediano o largo plazo, por lo que el gasto que realizó Correa no fue una inversión, el dinero ‘invertido’, en este caso, no regresará de ninguna manera.
El tiempo de bonanza terminó cuando el precio por barril de petróleo cayó casi a la mitad de su precio anterior; y, con esto, las posibilidades de ahorro se agotaron. Por esto el gobierno se ha visto obligado a buscar alternativas de financiamiento y así poder sostener este gasto, tales como: préstamos de China, reducción en sueldos de funcionarios estatales de alto rango y, la más importante, el incremento de manera abrupta y exagerada de los impuestos que tienen que pagar los ciudadanos Ecuatorianos.
Regresando a la ridícula decisión del primer mandatario, el día de hoy entra en vigencia un nuevo paquetazo de aranceles destinado, entre lo más absurdo, a bienes básicos como alimentos, artículos de higiene personal, maquinaria para fábricas de producción, entre otros. El problema fundamental es que los aranceles se encuentran entre el 5-45% de los valores de los bienes, incrementando su precio al consumidor sustancialmente. Inicialmente, la idea de colocar aranceles para fomentar la producción nacional es buena, sin embargo Correa cometió un error elemental: aplicar esta medida sin antes motivar al sector empresarial para mejorar sus niveles y calidad de producción.
A pesar del hecho que desde el 2008 el Ecuador ha dejado de ser un lugar interesante para la inversión extranjera, la producción nacional no ha mejorado. Esto, por la inestabilidad legislativa laboral del país, un canciller que constantemente perjudica al Ecuador con sus declaraciones y las millones de imposiciones del gobierno central. Adicionalmente, las empresas que están en el Ecuador fueron bombardeadas con impuestos y regulaciones. Estos problemas han causado un daño, sobre todo, al sector microempresarial, los cuales no tienen el capital suficiente para subsistir con tantos impuestos y regulaciones.
Debido al hecho que exportando se recibe mayores réditos económicos en mercados más amplios y con mejores regulaciones, los productores nacionales exportan gran parte de su producción por lo que no tienen la capacidad de abastecer el mercado local. Por esta razón en el futuro, el país se va a enfrentar a tres problemas importantes. El primero, tiene que ver con la escasez de productos que surgirá al momento que los bienes, antes importados, dejen de entrar al país por su alto costo. El segundo problema y más importante, es que los ciudadanos están pagando por los platos rotos y malas decisiones del gobierno, y, lo que es peor, se viene un alto nivel de inflación en este periodo. Finalmente, el tercer problema tiene que ver con el nacimiento de monopolios naturales, los cuales pueden manipular el mercado a lo que ellos deseen y bajar la calidad de los productos frente a una falta de competencia. Sobre todo, estos problemas dejan abierta la página sobre que podría pasar en el mercado ecuatoriano, puesto a que si existe una escasez muy marcada de bienes, el gobierno podría intervenir a producirlo ellos.
Los empresarios se verán beneficiados de estas regulaciones al momento en el que la escasez de bienes sea alto, debido a que podrán vender sus productos en el mercado nacional a precios exorbitantes, teniendo la oportunidad de aprovechar un mercado limitado en opciones con pocos sustitutos para ciertos productos. Además, los precios de los productos finales y los servicios incrementarán por el nuevo precio de la materia prima, donde su precio subirá por lo que los costos de producción, a su vez tambien lo haran, recayendo en el consumidor el incremento respectivo. Es importante hacer énfasis en el hecho que no todos los productos a los que les imponen nuevos aranceles son artículos de lujo; hay algunos que son bienes básicos y no sólo los ‘ricos’ sino también ‘los pobres’ compran. Ciertamente, un escenario similar a como empezó el problema de escasez de productos básicos que vive Venezuela actualmente. De esto, nace la pregunta más simple de todas: ¿Por qué?
La lógica del gobierno que sugiere que con las medidas arancelarias, la producción nacional abastece la demanda local en lugar de ser exportada, es totalmente errónea. Esto por dos consideraciones importantes. La primera de ellas ya que a los bienes a los que se les colocaron aranceles se producen y podrían producirse en el país; es decir, si no se producen ya, se podría hacerlo. Segundo, la mayoría de producción nacional se exporta a países como Estados Unidos y Europa, donde los ingresos son mejores. Tomando en cuenta estas dos ideas, la lógica no tiene sentido. No se sustituirá la exportación por la venta local, reduciendo de esta manera las opciones para el consumidor dentro del país y limita las ganancias de los productores.
Si esta medida “proteccionista” tiene la intención de evitar la fuga de la moneda al extranjero al encarecer importaciones y se planea abastecer el mercado local con producción nacional, nace la pregunta: ¿No debería fomentarse primero la producción nacional ANTES de bloquear importaciones? A esto es lo que nos referimos con lo que escribirán los historiadores, puesto a que la lógica del presidente no es la correcta. En total los 4 años de bonanza económica trajeron mayor cantidad de escuelas, infraestructura en el país, carreteras, etc., sin embargo, con los ingresos récord que recibió el gobierno central por el precio del petróleo y la cantidad de contribuyentes al IESS, no es posible sostener el nivel de gasto corriente. Un grave error cometido fue el no apoyar la producción nacional a través de subsidios, facilidades, menores restricciones ya que por este hecho, los productos serán más escasos y su precio será mayor.
Sin embargo, el real problema recae en quien limpia los platos rotos de los errores económicos del presidente Rafael Correa, que bien pueden evitarse con una clase de Economia 101. En este caso, como en muchos otros anteriormente, somos nosotros, los ciudadanos, quienes pagamos los errores de este gobierno y, simultáneamente, financiaremos sus sueldos, carreteras, casas, ministerios, y gastos que NO devolverán ganancias, sino más gasto. El problema de no cortar los problemas de raíz, como en este caso que el gobierno central se hace mas fuerte cada día y asegura más votos con su gasto corriente excesivo, desencadenando nuevos conflictos que serán pagados por los ciudadanos, como en este caso la escasez de alimentos.
Adicionalmente hay que considerar que es el gobierno que más ingresos ha tenido en la historia del país, y es el que menos le ha alcanzado ese dinero debido al excesivo gasto público en el que ha incurrido. Sin embargo, si el gobierno reduce el gasto público, los aranceles caen, como costos, reduciendo el número de votos a favor en las futuras elecciones, por lo que los nuevos impuestos buscan salvaguardar la revolución ciudadana a toda costa.
El presidente ha tratado de culpar a muchos factores de la situación actual del país: la dolarización, los mismos de siempre, la derecha conservadora latinoamericana, la baja del petróleo, la CIA, etc. Nosotros somos más prácticos: seguimos el principio de Hanlon.