El 9 de Febrero del 2015 empezó con alto nivel de tensión en redes sociales. Muchas personas expresaron su apoyo al caricaturista Javier Bonilla por su segunda audiencia en la SUPERCOM. Los hashtags de apoyo y mensajes de fortaleza enviados fueron tendencia en Twitter y Facebook. El Ecuador estaba pendiente de este proceso y de cómo iba a ser juzgado el caricaturista.
Las respuestas de la ciudadanía con respecto a este hecho son variadas. La cuestionable decisión de no acoger la defensa de Bonil así como las 14 demandas realizadas por parte de asociaciones afro ecuatorianas han generado comentarios de todo tipo, guiados en su totalidad por posiciones políticas e ideológicas y no por el uso de la razón.
Es preocupante que las asociaciones afro ecuatorianas se sientan ofendidas cuando la caricatura no contiene comentarios raciales. En la asamblea se ha acostumbrado a ver gente de farándula, futbolistas, presentadores de televisión, entre otras profesiones de gran fama en la sociedad, quienes utilizando su popularidad han llegado a puestos políticos. La crítica no fue dirigida por su raza, sino por el hecho de que un asambleísta, representante de los aspectos legislativos del país, tenga problemas para leer un discurso en el pleno de la asamblea. Bonil fue muy claro en sus declaraciones “Donde yo veo un asambleísta, ellos ven a un negro o un afro”.
El problema real que existe es una sensibilidad oportunista. El punto no es si Bonil fue racista o no, si no que los miembros de las asociaciones hayan visto un acto racista después de que Rafael Correa haya dicho que es racista. Es un oportunismo frente a un tema delicado que todavía afecta mucho a la sociedad. El presidente no tuvo ningún problema de poner ese calificativo en la mesa, con tal de poder silenciar a Bonil.
¿Si fue un comentario racista, se necesitaba que el presidente salga en la sabatina afirmando que lo era? Incluso, ¿no hubiese sido evidente para todo el mundo si fuera una caricatura racista? Es muy preocupante que las asociaciones afro ecuatorianas ataquen a Bonil después de un comentario de Rafael Correa. La independencia de pensamiento y de opinión de estos grupos ha desaparecido.
Hoy la CORDICOM reconoció que la caricatura no tiene ninguna ofensa racial, si no socioeconómica. Sin embargo, en ningún momento se describe cual es la ofensa que se da. Es decir, que la demanda vuelve a carecer de un fundamento real. Después de todo un largo discurso de racismo, ¿llamará el presidente a las asociaciones de discriminación socioeconómica a mostrar su descontento?
Cuando hubieron los comentarios de ofensa frente a Doménica Tabacchi o el comentario de “gordita horrorosa”, grupos de mujeres defensoras del feminismo saltaron frente al presidente pidiéndole que se disculpe y que rectifique. Correa tomó cartas en el asunto y decidió calificarlas de oposición y desestabilizadoras. Es decir, una asociación solamente está defendiendo correctamente, cuando existe un comentario presidencial que le dé validez a la demanda. ¿Qué tipo de libertad de expresión estamos viviendo, cuando solamente una persona puede dictar lo que está bien en una sociedad?
De estos casos hay muchos, como por ejemplo ‘Yasunidos’. Un grupo de personas independientes, quienes no tuvieron aprobación del presidente para defender el Yasuní. Al igual que las comunidades indígenas defendiendo lo mismo que el grupo ‘Yasunidos’. Al igual que un caricaturista, a quien no se le dió permiso de poder expresar su disgusto frente a un asambleista, un representante de la gente en temas legislativos, no pudo leer un discurso en medio del pleno.
Por ahora, solo esperaremos ver el desarrollo de la demanda contra Bonil. Sin embargo, esto simplemente es ataque a un caricaturista quien expresó disgusto. De seguro si existiera una asociación de oposición, no pudiera demandar la difamación y persecución que el presidente Correa dá. No hay manera de expresar descontento o tener un poco de humor contra el oficialismo. El gobierno quiere censurar de cualquier manera a los comediantes, así sea involucrando asociaciones que deberían ser independientes de las decisiones del estado.
Es preocupante que las asociaciones afro ecuatorianas se sientan ofendidas cuando la caricatura no contiene comentarios raciales. En la asamblea se ha acostumbrado a ver gente de farándula, futbolistas, presentadores de televisión, entre otras profesiones de gran fama en la sociedad, quienes utilizando su popularidad han llegado a puestos políticos. La crítica no fue dirigida por su raza, sino por el hecho de que un asambleísta, representante de los aspectos legislativos del país, tenga problemas para leer un discurso en el pleno de la asamblea. Bonil fue muy claro en sus declaraciones “Donde yo veo un asambleísta, ellos ven a un negro o un afro”.
El problema real que existe es una sensibilidad oportunista. El punto no es si Bonil fue racista o no, si no que los miembros de las asociaciones hayan visto un acto racista después de que Rafael Correa haya dicho que es racista. Es un oportunismo frente a un tema delicado que todavía afecta mucho a la sociedad. El presidente no tuvo ningún problema de poner ese calificativo en la mesa, con tal de poder silenciar a Bonil.
¿Si fue un comentario racista, se necesitaba que el presidente salga en la sabatina afirmando que lo era? Incluso, ¿no hubiese sido evidente para todo el mundo si fuera una caricatura racista? Es muy preocupante que las asociaciones afro ecuatorianas ataquen a Bonil después de un comentario de Rafael Correa. La independencia de pensamiento y de opinión de estos grupos ha desaparecido.
Hoy la CORDICOM reconoció que la caricatura no tiene ninguna ofensa racial, si no socioeconómica. Sin embargo, en ningún momento se describe cual es la ofensa que se da. Es decir, que la demanda vuelve a carecer de un fundamento real. Después de todo un largo discurso de racismo, ¿llamará el presidente a las asociaciones de discriminación socioeconómica a mostrar su descontento?
Cuando hubieron los comentarios de ofensa frente a Doménica Tabacchi o el comentario de “gordita horrorosa”, grupos de mujeres defensoras del feminismo saltaron frente al presidente pidiéndole que se disculpe y que rectifique. Correa tomó cartas en el asunto y decidió calificarlas de oposición y desestabilizadoras. Es decir, una asociación solamente está defendiendo correctamente, cuando existe un comentario presidencial que le dé validez a la demanda. ¿Qué tipo de libertad de expresión estamos viviendo, cuando solamente una persona puede dictar lo que está bien en una sociedad?
De estos casos hay muchos, como por ejemplo ‘Yasunidos’. Un grupo de personas independientes, quienes no tuvieron aprobación del presidente para defender el Yasuní. Al igual que las comunidades indígenas defendiendo lo mismo que el grupo ‘Yasunidos’. Al igual que un caricaturista, a quien no se le dió permiso de poder expresar su disgusto frente a un asambleista, un representante de la gente en temas legislativos, no pudo leer un discurso en medio del pleno.
Por ahora, solo esperaremos ver el desarrollo de la demanda contra Bonil. Sin embargo, esto simplemente es ataque a un caricaturista quien expresó disgusto. De seguro si existiera una asociación de oposición, no pudiera demandar la difamación y persecución que el presidente Correa dá. No hay manera de expresar descontento o tener un poco de humor contra el oficialismo. El gobierno quiere censurar de cualquier manera a los comediantes, así sea involucrando asociaciones que deberían ser independientes de las decisiones del estado.